Deja de soñar… ¡haz planes!

¿Nos casamos este año? ¿es buen momento para tener un hijo? ¿puedo iniciar mi propio negocio? A lo largo de la vida tomamos decisiones como éstas. ¿Qué tienen que ver con tu bolsillo?

Si respondiste que nada, estás muy equivocado.

Si no sabes a dónde vas, podrías terminar en cualquier otro lugar”, solía decir el legendario beisbolista Peter “Yogui” Berra. La frase, entre chusca y genial, podría usarse para describir la forma en que solemos reaccionar respecto a nuestras finanzas personales. Para evitar situaciones inesperadas o escenarios complicados, es preciso utilizar un conjunto de herramientas que nos ayuden a darle dirección a nuestras decisiones: la planeación financiera.

Si crees que el tema tiene muy poco qué ver contigo, piénsalo dos veces: no importa cuáles sean tus intereses y tus motivaciones, la planeación financiera puede ser la diferencia entre cumplir tus propósitos y no hacerlo. En serio. No nos referimos a volverte millonario, ni a situaciones que se queden en la esfera del dinero. Hablamos de tener más elementos para decidir cuestiones como: ¿busco trabajo o sigo estudiando? ¿podría pagar una emergencia médica? ¿puedo tomar unas vacaciones? ¿rentamos una casa o pedimos un crédito para comprarla? ¿de qué voy a vivir cuando no pueda trabajar?

Lo cierto es que hacemos planes todo el tiempo, incluso sin darnos cuenta. Y aunque no siempre estemos conscientes de ello, esos planes están ligados de una u otra forma a decisiones económicas, pues para concretarlos requerimos bienes y servicios por los que debemos pagar, y antes de actuar tomamos en cuenta la relación costo-beneficio. Aunque los pros y contras de nuestras acciones no necesariamente se miden en términos económicos, buscamos siempre la alternativa que signifique mejorar (o al menos mantener) nuestro nivel de vida. Así pues, lo más conveniente es trazar un plan de vida que te permita saber a dónde quieres llegar.

Qué quieres, qué tienes

Haz una lista de todo lo que quisieras lograr a lo largo de la vida. Ve apuntándolo a medida que se te ocurra y no dejes nada fuera: aprender a nadar, comprar un coche, cambiarte de casa, tener otro hijo, viajar, montar un negocio, comprarle una casa a tu mamá, dejar de trabajar… una vez que consideres que tu lista está completa, el siguiente paso es establecer prioridades. Ordena tus proyectos del más al menos importante (por el momento no te fijes en cuánto costaría cada uno, ni cuánto tiempo te llevaría concretarlo).

La fase que sigue es identificar tu punto de partida, es decir, hacer un balance general de tus finanzas. Mucha gente cree innecesario este paso, pues piensan que tienen muy clara su situación. Para que te des una idea, intenta responder las siguientes preguntas:

  • ¿Cuánto ganaste exactamente el año pasado?
  • ¿Cuánto ganas exactamente cada mes? (si tus ingresos no son fijos, calcula cuánto ganas en promedio cada mes, y si es posible identifica cuáles son los peores y los mejores meses del año).
  • ¿Qué porcentaje de tus ingresos destinas a gastos básicos (comida, vivienda, alimentación)?
  • ¿Cuánto gastas cada mes?
  • ¿Cuánto debes exactamente (tomando en cuenta tarjeta de crédito, crédito de auto, crédito hipotecario, otras deudas)?
  • ¿En cuánto tiempo terminarás de pagar esas deudas?
  • ¿A qué edad podrás retirarte?

Responde las preguntas con la mayor precisión que puedas: entre mejor conozcas tus finanzas, tu plan resultará más viable y te evitarás sorpresas. Si no acostumbras llevar un presupuesto de tus gastos, tómate al menos un mes para armarlo (aquí te decimos cómo).

Cuando tengas completo tu presupuesto sabrás también cuánto dinero puedes destinar a pagar deudas, o en su caso, al ahorro. Esto es importante porque tu capacidad de ahorro será la base de tu plan financiero. Supongamos, por ejemplo, que después de hacer tu presupuesto te das cuenta de que puedes ahorrar $800 al mes. Eso significa que, en números redondos, puedes ahorrar $9,600 al año sin contar las cantidades adicionales que pudieras ingresar en tu cuenta por concepto de aguinaldos u otras prestaciones.

 
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